
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de mayo.- El convenio que firmó el sector transporte con el Gobierno del Distrito Federal (GDF) para la transformación del servicio que ofrecen vagonetas, microbuses y autobuses se limitó a un acto protocolario.
Decenas de rutas en toda la urbe continúan prestando el servicio bajo los mismos esquemas de inseguridad y deficiencia con los que se ofrecían antes del 3 de abril pasado, cuando el gremio firmó el Acuerdo Social por el Transporte Público del DF.
El peso extra que se autorizó el 26 de marzo pasado como ajuste a la tarifa de estos medios de transporte y el mes de plazo que otorgó el GDF para comenzar la mejora del servicio no se reflejan en la opinión de los usuarios, que siguen reclamando un transporte seguro y de calidad.
De acuerdo con la Secretaría de Transportes y Vialidad del DF (Setravi), en la capital circulan alrededor de 20 mil microbuses, unidades con más de 20 años de antigüedad, que prestan servicio en 106 rutas.
Excélsior realizó recorridos por paraderos en Chapultepec, Pantitlán, Copilco, Miguel Ángel de Quevedo y José María Pino Suárez y por vialidades como Eje 5 y 6 Sur, José María Izazaga y avenida Revolución.
Unidades en mal estado y sucias, operadores sin capacitación y con pésima atención hacia los usuarios fueron algunas de las deficiencias que se detectaron durante los recorridos.
Estas faltas son contravienen uno o varios de los diez compromisos que adquirió el gremio con las autoridades capitalinas al firmar el acuerdo por el transporte, después de la autorización del ajuste tarifario.
El paradero del la estación Chapultepec, de la Línea 1 del Metro, es uno de los puntos en los que más se concentran unidades del transporte concesionado y en los que las autoridades llevan a cabo operativos diarios de verificación.
Sin importar la presencia de los verificadores del Instituto de Verificación Administrativa del DF (InveaDF), los transportistas continúan ignorando los compromisos adquiridos.
“Básicamente todas las unidades están mal, aunque hay algunas que son mejores, pero todo está mal. No les interesa el pasaje, algunos van bien despacito y otros como alma que lleva el diablo. Los microbuseros se sienten los dueños”, comentó el pasajero Nicolás Pantoja.
Durante los recorridos realizados se constató que lo usuarios de este tipo de servicios de transporte perciben pocas o ningún tipo de mejorías en el servicio después del incremento de un peso al costo del pasaje.
“Cinco pesos o seis pesos no serían caros si fueran buenos servicios. Pero siguen trayendo el estéreo a todo volumen, siguen trayendo gente de más gritando, mentando madres, echando relajo”, dijo Rosaura Vargas.
“Creo que todos estaríamos dispuestos a pagar más si el servicio fuera adecuado, porque entendemos que deben ganar dinero y darle mantenimiento que cuesta. Pero cuando nada de esto se cumple, no tiene sentido pagar más”, señaló Armando Sierra.
“Desde el momento en que subieron el pasaje no se ha visto un cambio; yo uso el microbús de calzada de Tlalpan hacia el sur y no se ve ningún cambio. Esto pasa en cualquier ruta: atropellan gente y no pasa nada”, lamentó Diego Pineda.
Aunque la presencia de las células de verificación del Invea DF en los paraderos y lanzaderas o en los ramales motiva en los usuarios una esperanza de que los servicios mejoren, para la mayoría las sanciones tampoco serán un detonador de cambio.
“Ahora que comenzaron los operativos hemos visto que algunos choferes se arreglan un poco, limpian los camiones, pero seguro sólo será para salir en la foto y después todo seguirá igual”, consideró Alejandra González.
“Yo no me siento más segura, los choferes van corriendo, son muy atrabancados y uno va chocando con los asientos. No hay personas responsables de los pasajeros. Todo está igual; si fuera un buen servicio, con gusto se paga”, señaló Gloria Hernández.
Al igual que ocurre con el comercio ambulante que se instala en zonas donde su ejercicio está prohibido, a partir del 3 de mayo pasado cuando el InveaDF arrancó las verificaciones, los operadores de algunas rutas torean los controles de revisión.
Durante varios recorridos por autobuses de la Ruta 66, cuya base se ubica en el cruce de avenida Universidad y Miguel Ángel de Quevedo, se observó que algunos choferes eran advertidos sobre los operativos al llegar a la lanzadera.
Para evitar que fueran sancionados, los operadores recibían por radio o teléfono celular la indicación de no ingresar a la base y evitar así que sus unidades fueran verificadas.
Al arranque de los operativos de verificación, el 3 de mayo pasado, las propias autoridades reconocieron que era sensible la falta de unidades prestando servicio en las calles.
“Se ha percibido un faltante de microbuses; eso quiere decir que el sector está preocupado, ya sea porque los están arreglando o porque tienen miedo de salir”, indicó Rufino H. León Tovar, titular de la Setravi, al encabezar el inicio de las verificaciones.
Las irregularidades en la tarifa que se cobra por el pasaje es otra deficiencia que absorben los usuarios del transporte público, principalmente en rutas como la 42 o la 111, que prestan servicio a zonas altas de la ciudad.
“Todos, desde que se autorizó la nueva tarifa, están cobrando más. Pero la mayoría te cobran directamente los seis pesos, pocos son los que cobran cinco, no les interesa donde te bajes”, señaló Sandra Méndez.
Compromisos
Acuerdo Social del Transporte Público Concesionado del DF.
Las unidades deberán contar con las condiciones que garanticen la seguridad de los usuarios.
Se pondrá en marcha un sistema de ahorro con un porcentaje del 20 por ciento a la tarifa autorizada a través de un fideicomiso u otro sistema de ahorro. Estos ingresos serán destinados a la capitalización para el financiamiento del nuevo esquema de empresas.
Se deberá contar con la documentación en regla, incluyendo una póliza de seguro que ampare a usuarios y terceros afectados.
Presentar un programa de operación a través de un esquema de paradas fijas por ramal, ruta o derivación.
Garantizar que las unidades no porten equipos de sonido que generen ruido excesivo, vidrios polarizados, engomados que impidan la visibilidad, rines o escapes deportivos, cromática modificada, aditamentos luminosos y que los operadores no usen un teléfono celular durante la conducción.
Prestar el servicio sin acompañantes que distraigan al operador.
Operadores deberán contar con una experiencia mínima de cinco años, y la edad mínima será de 23 años.
Coadyuvar en las sanciones correspondientes cuando una unidad esté involucrada en un accidente grave o con personas lesionadas o fallecidas.
Establecer un Comité de Vigilancia al Transporte Público Concesionado que garantice mejores índices de calidad, comodidad y seguridad.
En caso de no cumplir con el acuerdo se sancionará imponiendo multas, remitiendo unidades al depósito vehicular o revocando concesiones.



